jueves, 25 de octubre de 2007

proceso Oct. 25 2007

Presidencia: El gobierno no aportará recursos al Plan Mérida carlos acosta córdova

Foto:
Agustín Carstens

Admite Carstens carecer de información sobre los 7 mmdd para dicho plan


México, D.F., 24 de octubre (apro).- Hasta el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, se sorprendió de la versión, difundida por el representante de México ante la Casa Blanca, Arturo Sarukhan, de que México aportará 7,000 millones de dólares en tres años, en el marco de la Iniciativa Mérida, con Estados Unidos, de combate al narcotráfico y el terrorismo.

“Este tema no lo he visto por el momento. No les podría responder”, dijo hoy Carstens en la Cámara de Diputados, cuando reporteros le preguntaron de qué partida presupuestal saldrían esos recursos.

“Ahorita no tengo información”, insistió cuando se le volvió a preguntar si en el presupuesto que está en discusión en el Congreso está previsto ese compromiso.

El tema causó revuelo entre legisladores de todos los partidos. Rechazo absoluto a una disposición de recursos sin consultar al Congreso, dijeron.

Tuvo que ser la Presidencia de la República la que saliera a precisar que el gobierno no aportará recursos a dicha iniciativa. Aclaró que la cifra referida ayer por el embajador Sarukhan –y días antes por Steve Jonson, subsecretario adjunto de la Defensa estadunidense para el Hemisferio Occidental-- corresponde a lo que aproximadamente se ha presupuestado en materia de seguridad para los tres primeros años de la actual administración.

De hecho, dijo la Presidencia en un comunicado, para el presupuesto de 2007 se destinaron recursos por 25,000 millones de pesos; un tanto igual se ha solicitado para el presupuesto de 2008 y lo mismo se hará para 2009. La suma de las tres partes es lo que da un monto similar a los 7,000 millones de dólares que originaron la confusión.

Es decir, aclaró la Presidencia, “no existe una partida especial, específica o separada, que vaya a ser destinada a la Iniciativa Mérida” que, por otra parte, es una iniciativa pactada con el gobierno de Estados Unidos, en la que únicamente habrá más recursos, para la cooperación en materia de seguridad, de parte de ese gobierno.

critica:
pues por lo que nos podemos dar cuenta hace falta una comunicacion veras puesto que como nos damos cuenta no se tiene entendido de donde posiblemnete podria salir el faltante para plan Merida en contra del narcotrafico es una suma bastante considerable de dinero, cuando no se esta haciendo nada por evitar la demanda que genera el trafico de los enerbantes.


Carton:

¿Que esta haciendo la Mano Mocha?

aqui les va el link algo muy chistoso de nustro ex precidente Fox que es lo que hace en la actualidad.

http://proceso.com.mx/cartones/mon-1616lamano.jpg



En el Analisis de Proceso:

Plan México
foto: "El Chapo" Guzman

josé gil olmos México, D.F., 24 de octubre (apro).-
“El Chapo” se ha convertido en un mito. Entra y sale de restaurantes como cualquier ciudadano. Salvo que cuando llega, a todos los comensales les recogen los celulares y, al final, comen gratis, a manera de una disculpa de uno de los principales narcotraficantes del país.

Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo” por su baja estatura, no hace mucho estuvo en un restaurante de Piedras Negras. Dicen que antes de que llegara, un grupo de escoltas entró en formación diamante, la cual sólo usan los militares. El lugar fue de inmediato cerrado y a todos los comensales les pidieron sus teléfonos celulares. Después entró “El Chapo” en medio de la hilera de guardias y tomó una mesa.

Cuando alguien quería ir al baño, uno de los escoltas lo acompañaba, así que muchos decidieron abstenerse las tres horas en que estuvo el jefe del cartel de Sinaloa.

Afuera del lugar lo guardaba otro grupo de guardias y otros más que formaron varios círculos de seguridad en las calles aledañas. De esa manera detectaban a cualquier grupo policiaco o militar en varios kilómetros alrededor.

Al final de la cena, como si fuera maestro de ceremonias, en un tono educado, el propio Joaquín ofreció una disculpa a los comensales. Les dijo que lamentaba mucho los inconvenientes, pero que las medidas eran también para su seguridad. Les pidió que hasta después de tres horas de su salida, usaran su teléfono y que sus números los tenían registrados.

Para finalizar su discurso, les dijo que no se preocuparan de sus gastos; que sus cuentas serían cubiertas por él, y que si querían quedarse un rato más, su consumo también sería cubierto.

Como esta anécdota hay muchas en el norte del país. “El Chapo” anda suelto haciendo sus negocios por varios estados sin que las autoridades federales apliquen alguna estrategia para detenerlo. Es evidente que las propias autoridades cierran los ojos o se voltean hacia otras partes para no percatarse de lo que hace el sinaloense. Lo mismo que hicieron cuando se salio del penal de alta seguridad supuestamente debajo de un carrito de comida.

Hoy que el gobierno de Felipe Calderón festeja de antemano que George W. Bush ha solicitado al Congreso norteamericano una partida especial de mil 400 millones de dólares para ayudar a México en la lucha contra el narcotráfico en los próximos tres años, las anécdotas de las andanzas de “El Chapo” y otros capos del narco en México nos ubican en que la naturaleza del problema no está en falta de inversión para la compra de equipo, programas de computo, aviones e infraestructura, sino en la corrupción de las autoridades mexicanas y estadunidenses.

La llamada Iniciativa de Mérida según la cual existe un acuerdo entre Calderón y Bush a fin de que el gobierno mexicano reciba más recursos del Congreso norteamericano en su lucha contra el narcotráfico, tendrá muy pocos efectos si antes no se combate el consumo interno y la corrupción que existe en el sistema financiero internacional y en los gobiernos de ambos países.

Sólo para citar un ejemplo de la corrupción habría que recordar que, de acuerdo con las propias cifras del gobierno estadunidense, el 70 por ciento de la mariguana que consumen los norteamericanos es cultivada en los parques nacionales de ese país.

Resulta que los narcos gringos han desarrollado una técnica de cultivo en las copas de los árboles basada en la hidroponía, de tal manera que las plantas de mariguana crecen en las alturas y no se detectan tan fácilmente ni por tierra ni por aire. Según cifras suministradas a la cadena de noticias inglesa BBC por el Departamento de Justicia de California, los cultivos erradicados sólo en ese estado en 2006 alcanzaban un valor comercial de 6 millones 700 mil dólares. Y las estimaciones de las autoridades forestales de ese país es que el cultivo de la planta se extendería por todo el oeste hasta llegar a Canadá.

Las ganancias multimillonarias que genera la venta de cocaína y otras drogas duras en el mercado estadunidense, es enorme, si se toma en cuenta que hay 35 millones de personas que anualmente consumen 285 toneladas de cocaína.

A nivel mundial se estima que las ganancias son de 600 mil millones de dólares, de los cuales el 40 por ciento por lo menos se queda en el sistema financiero norteamericano. Mientras, en México los jefes de los carteles se distribuyen una ganancia estimada en 23 mil millones de dólares. Estos datos son los que manejan los propios organismos internacionales, como la ONU, así como los gobiernos de Estados Unidos y México.

Todos los días son miles las acciones financieras y bancarias las que realizan los narcotraficantes en el mundo y todas ellas son solapadas por las propias instituciones y también por algunos altos funcionarios de los gobiernos respectivos.

Es por eso la insistencia de que no basta que se compre equipo de combate y espionaje para luchar contra los narcotraficantes, sino voltear los ojos hacia el sistema financiero internacional donde se lavan las millonarias ganancias de los carteles, con la ayuda de las propias autoridades gubernamentales y financieras.

Además, hasta el momento se desconoce el contenido del Plan México y ni el gobierno de Calderón ni el de Bush han ofrecido detalles de los programas que contempla.

Pero ni éste plan ni el de Colombia tienen un apartado especial para atacar el sistema financiero, y dudo mucho que se vaya a implementar. De ahí que el riesgo para cualquier plan de este tipo que se vaya implementar en cualquier país con la vigilancia de Washington, es que se quede como los fuegos artificiales, que alumbran por unos segundos y después se mueren en la oscuridad.

Así mismo, hay que tomar en cuenta que el apoyo solicitado por Bush para México está incluido en el paquete solicitado para mantener la guerra en Irak y, de entrada, ya fue rechazado por algunos congresistas. Así que el famoso Plan México o Iniciativa Mérida podría morir antes de empezar, lo que pondría a prueba la política de Calderón en el combate contra el narcotráfico.


Iniciativa Mérida, el nuevo Plan Marshall
foto : George W. Bush

jenaro villamil México, D.F., 23 de octubre (apro).-
Le han llamado “Iniciativa Mérida” para diferenciarla del Plan México, que remite al ambicioso proyecto que desde hace siete años el gobierno de George W. Bush aplica en Colombia, bajo el argumento de disminuir el crimen organizado y el comercio de la droga.

A pesar de las diferencias en el nombre y en los presupuestos involucrados (mil 400 millones de dólares proyectados en el caso mexicano y más 5 mil millones ya invertidos en Colombia desde el 2000), un mismo espíritu anima ambos proyectos: la necesidad de Estados Unidos y, en especial del agonizante gobierno de Bush, de relanzar una iniciativa estratégica de seguridad nacional. Una especie de Plan Marshall para América Latina que corra a la par de su desastrosa y costosa incursión en Afganistán e Irak.

Las suspicacias frente a la “ayuda” que la Casa Blanca plantea para combatir el narcotráfico en México no son casuales. En primer lugar, porque el espejo colombiano revela que estos planes son eficaces para el control militar, la inteligencia, la lucha antisubversiva, ciertos golpes espectaculares contra el comercio de la droga, pero no para disminuir el fenómeno global del narcotráfico.

Los informes oficiales del caso colombiano indican que el plan sirvió para modernizar las fuerzas militares del país andino, mejorar su movilidad, aumentar en 51% su capacidad de armamento, así como para erradicar casi 800 mil hectáreas de cultivos de drogas a través de fumigaciones y con aviones y pilotos aportados o entrenados por Estados Unidos. Otras cifras optimistas indican que se destruyeron 8 mil 900 laboratorios, se incautaron casi 7 mil vehículos, 77 aeronaves y mil 192 embarcaciones de los cárteles de la droga.

Sin embargo, ni la actividad delictiva del narcotráfico ni la oferta y el consumo de la droga en Estados Unidos han disminuido con tal despliegue de recursos y de fuerza. Para los expertos, a pesar de la “guerra frontal” en Colombia y de los amplios operativos en México, el consumo de drogas en Estados Unidos goza de cabal salud.

El componente de “mejoramiento y apoyo social” del Plan Colombia es simplemente demagogia. De los 5 mil millones de dólares, más de 4 mil millones se han destinado a las Fuerzas Armadas, no a programas de apoyo a agricultores y menos para recomponer el tejido social descompuesto que deja la militarización de la lucha contra los cárteles. El plan original planteó un presupuesto de 7 mil 500 millones de dólares, de los cuales 51% se destinaría a “desarrollo institucional y social”, 32% al combate al narcotráfico y 16% para revitalización económica y social.

En otras palabras, se trata de un plan de fuerte componente militar y estratégico. Y si bien no se enviaron tropas norteamericanas a Colombia, los lineamientos, el entrenamiento y la asesoría a las Fuerzas Armadas y las agencias antinarcóticos responden a los requerimientos de Estados Unidos.

En una entrevista con la BBC, el especialista Ricardo Vargas, de la organización Iniciativa Andina, hizo el siguiente recuento sobre el Plan Colombia:

“Después de siete años se observa que no ha habido una disminución de la oferta de drogas en Estados Unidos, que los precios –a los consumidores-- se han mantenido con una tendencia a la baja, que la calidad de las drogas tiende a subir y que, en general, la disponibilidad de las drogas no ha resultado afectada”.

Uno de los principales críticos del Plan Colombia fue la organización Amnistía Internacional. Desde el 2000 advirtió que se trataba “principalmente de una estrategia militar para atacar los cultivos ilícitos y el tráfico de drogas a través de una sustanciosa asistencia militar a las Fuerzas Armadas y a la policía. Los programas de desarrollo social y humanitario que el programa incluye no alcanzan a disfrazar la naturaleza esencialmente militar del plan”.

Desde el 2001, el gobierno de George W. Bush impulsó a través del Plan Colombia la estrategia de contratar a empresas y asesores privados para “ayudar” a las Fuerzas Militares colombianas. En octubre de 2004, el Senado apoyó a Bush incrementando de 400 a 800 el número de asesores militares que podían operar en el marco del Plan Colombia, y de 400 a 600 el número de contratistas privados.

Este componente se ha revivido en la Iniciativa Mérida, y es una de las principales críticas que encontrará tanto en el Congreso estadunidense, dominado ahora por la oposición demócrata, como en el Congreso mexicano, que este martes reaccionó solicitándole a la Cancillería información más puntual.

Difícilmente la Iniciativa Mérida será aprobada sin problemas ni cuestionamientos por los congresistas norteamericanos. El cabildeo será intenso por parte del gobierno de Calderón y del propio Bush.

Sin embargo, en este proceso observaremos que lo realmente importante no es el combate al narcotráfico como actividad global, que involucra a financiadores, distribuidores y consumidores, sino el comercio de la droga como una nueva manera de capturar Estados para los fines estratégicos de Washington.

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